Llorar, sonreír; conversaciones por teléfono, que parecen
nunca acabar cuando tu nombre sale a relucir…
Mirar al vacio como buscando respuestas, que en mis adentros
ya están. Y es que, tanto amor me diste que, siento culpa al reclamar tu
ausencia, tu descanso.
Es que yo te quise tanto… te quiero tanto.
Rayos amarillos y negros que cegaban a mi corazón de la
amargura, e imponían ese no sé qué. Realmente, no sé qué…
![]() |
| Fiera. Semana Santa 2012. |
Ojos como el fuego, naranja y penetrante, que, aunque
considerados vacíos, para mí eran llenos e inmensos. En ellos cabían mis
sonrisas y tristezas, mis berrinches y resignaciones. Todo aquello en lo que me acompañaste fue mucho, y ahora
parece tan poco.
No se puede expresar qué es lo que fuiste, porque “supuestamente”
es una definición inverosímil.
Pues, yo me niego a resignarme a no verte más que en sueños,
a no acariciar más tu pelo y besar tu nariz fría. Fuiste luz en pleno gris, y
entre mis brazos consuelo.
Más allá del frío suelo, y de tu mirada indiferente, para mí
fuiste un pañuelo aunque yo siempre estuve ausente.
A-diós, o no sé a dónde… Pues seres como tú no hay más. No
sé a dónde te has ido, no sé a dónde debo llegar… para verte y no soñarte, para
nombrarte y no llorar.
